Al Sr. D. Octavio Salazar, catedrático de Derecho Constitucional de la UCO, sobre su artículo Maculados silencios, de 16 de mayo. D. Octavio, por más que lo intento, no consigo entender muchas de las afirmaciones que hace en su artículo. Habla de «convivencia de las cosmovisiones plurales de la ciudadanía». O sea: libertad de expresión, con la que estoy completamente de acuerdo, pero me pregunto: ¿hasta dónde puede llegar esta libertad de expresión? Porque si no le ponemos un límite, que es el respeto (sí, el respeto, ¿entiende?) yo podría insultar soezmente a su madre, como han hecho en la exposición Maculadas sin remedio en la que han hecho mofa de la que muchas personas, muchas más de las que usted cree, queremos como Nuestra Madre. Pero no lo haré. No es lo que me han enseñado en ese «club privado» del que habla y que es mi querida Iglesia (por cierto, es de entrada libre y gratuita, para usted también). Iglesia que nos enseña y transmite el mensaje de Cristo vivo: «Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen y orad por los que os calumnian». Como bien dice «esta ciudad me sigue sorprendiendo e indignando» mientras se permita el insulto y la ofensa gratuita.

No hable de valores constitucionales, señor catedrático, porque es precisamente en la Constitución Española, art. 16, donde se garantiza la libertad religiosa sin más limitación en sus manifestaciones que la necesaria para el mantenimiento del orden público protegido por la ley. ¿Ve como sí hay límites, Sr. Salazar? Sí, ya sé que una de las primeras medidas del PSOE y de Unidas Podemos será suprimir el delito de ofensa al sentimiento religioso. Qué manía... con la de problemas más importantes que tenemos...

Seamos más objetivos y civilizados, D. Octavio y vamos a tratarnos con respeto. Por favor, no me ofenda más.