De nuevo nos encontramos ante una festividad en la que las cabezas pensantes de quienes nos gobiernan quieren alejarnos de su verdadero significado, y este no es otro que el nacimiento de aquel que pasados más de 2.000 años sigue viviendo en el corazón de millones de creyentes. Las ciudades de todo el mundo se adornan y engalanan con sus mejores prendas siendo la iluminación uno de los acicates principales. En mis paseos por el centro de Córdoba he observado la que nos ha colocado este año nuestro Ayuntamiento y mi impresión es que la luminaria es más carnavalesca que navideña. Comprendo que será costoso el montaje de una buena iluminación, pero también ha de verse el beneficio que ello reporta a la ciudad especialmente a los ramos que la sustentan, turismo, comercio y hostelería, ya que ello invita al personal a salir a las calles e ilusionaría a los pueblos de nuestra provincia a tener un buen motivo para visitarnos y realizar aquí sus compras navideñas. No olvidemos que en nuestra provincia tenemos una de las empresas más importantes de España en el ramo de iluminación, llenando de luz ciudades de la importancia de Nueva York. Con buena voluntad, no creo que sería muy difícil llegar a un acuerdo con ellos y convertir Córdoba en un importante foco de atracción navideña. En fin, otro año será.