Susana Díaz basó todo su programa electoral en avisar repetidamente «que viene Vox, el lobo feroz». Que S. Díaz, a la que, hasta ahora, muchos considerábamos que tenía «más de dos dedos de frente», tras el fracaso electoral siga, erre que erre, con lo de Vox, como si ese fuera el único punto del programa político del PSOE, no parece que sea muy inteligente. Como tampoco es muy democrático que S. Díaz afirme que los causantes de su fracaso son los votantes del PSOE que se ausentaron el día de las elecciones, pues, entre otras cosas, es evidente que Vox atrajo a votantes del propio PSOE, simplemente porque ese partido, y en especial, Sánchez y su gobierno Frankenstein, los ha decepcionado. Y el escaso talento democrático de Sánchez ha quedado, una vez más, de manifiesto al no dar la cara, primero escondiéndose en los sótanos de Ferraz el día de las elecciones (mientre el resto de los líderes a nivel nacional de los otros partidos concedían entrevistas y hablaban en la rueda de prensa) y luego, tras otro viajecito, no responder a las preguntas de los periodistas sobre el resultado de las elecciones andaluzas.