Seguramente ni lo haya visto. Se habrá guiado por informes que habrán sido elaborados en un despacho por técnicos sentados en una silla con ruedas, que no de ruedas, porque la verdad, viceconsejera de Justicia de la Junta de Andalucía, con la respuesta que ha dado al Defensor del Pueblo Andaluz sobre el caso de la accesibilidad en la Sede Judicial de Lucena, la «chica de la venda en los ojos» se estará revolviendo, igual que nosotros, en el charco de la indignación a causa de su calificativo, humillante e injurioso para las personas usuarias de silla de ruedas, al considerar que un generoso escalón de 22 centímetros para acceder al templo de la ley en Lucena, es un «ligero desnivel».

Eso que para usted es un «escaloncito» le puedo asegurar que se convierte en un muro infranqueable para nosotros.

Y no teniendo bastante con esa frase eufemística y demagógica, donde mezcla apreciaciones subjetivas con hechos fehacientes y objetivos, ha añadido en la misma respuesta su propia valoración que, cuanto menos, además de incierta hace apología de la vulneración de los derechos básicos de las personas con discapacidad: «ambas limitaciones de accesibilidad, que nunca se han considerado graves...».

Si no le parece grave el no poder acceder a la sala de vistas en un juzgado por ser usuarios de silla de ruedas, o por el mismo motivo no poder hacer las necesidades biológicas básicas, al no disponer de baños adaptados el edificio donde se imparte la ley, rompiendo así el cumplimiento de todas las normativas vigentes, si no le parece grave...

Claro está, que si no se puede acceder al interior del edificio desde la puerta, a causa de esos «ligeros 22 cm.» entonces usted tiene razón, el resto de los «privilegios» ¿para que los necesitamos?