Confieso que escribo estas líneas todavía sugestionado por la lectura de un libro que me ha impactado más que ningún otro de los más de cien que llevo leídos en lo que va de año. Se trata de un libro de relatos cortos (o más bien de mini-ensayos) que impresiona por su documentación y su visión novedosa de la historia, la filosofía, la religión, los sentimientos humanos y la realidad del presente: Historias sin cuentos y Cuentos sin historia. El autor es el abogado del Estado e ilustrísimo abogado de Córdoba (aunque nacido en Jerez de los Caballeros, Extremadura) don Antonio de la Riva Bosch, un hombre de 87 años que lo ha estudiado todo, lo ha vivido todo y que en la última curva del camino le ha dado por escribir. Desde la Biblia a la lucha por la igualdad que mantienen las mujeres de hoy su mente clarividente pasa por el verdadero nacimiento de Colón, la existencia de la Atlántida, el Libro de la Sabiduría (fuente --según él-- de las civilizaciones asiria y egipcia y madre de la civilización occidental actual), la vida profesional y humana de Manuel Benítez El Cordobés, el resentimiento, la venganza, los celos, la infidelidad matrimonial, el divorcio, el amor, la seducción y sobre todo el nacimiento, la vida y la desaparición de la Orden de los Templarios, columna vertebral de la Europa de hoy.

Por razones de espacio solo puedo destacar la tesis-hipótesis que mantiene sobre el nacimiento de Colón (el autor demuestra que nació en la América que para la Historia descubriría en 1492) y su versión sorprendente de el Arca de la Alianza de Moisés. Según De la Riva, «En mi interpretación el Arca de la Alianza tiene todas las características de ser un condensador eléctrico. Conforme a los relatos de la Biblia, el Arca emitía chispas y producía una lengua de fuego que abrazaba a las personas. Es muy significativo que el fuego se ocasionaba cuando alguien se le acercaba excesivamente o cuando la tocaban personas que portaban objetos metálicos, como incensarios, hoces y guadañas. El Arca estaba revestida de oro puro, que es uno de los mejores conductores de la electricidad. Los querubines debían de servir como antenas para la carga y la vestimenta de los sacerdotes era en realidad un traje protector contra las descargas eléctricas. El condensador debía cargarse con los rayos de las tormentas. Esto explica que el Arca fuera especialmente activa cuando se guardaba en el tabernáculo y que perdiera potencia cuando se depositaba en edificios, ya fueran templos o casas particulares».

Y termino, pero no sin decir que en mi vida profesional como periodista y como escritor solo he envidiado a los que he visto que escribían mejor que yo, pues hoy envidio a don Antonio de la Riva Bosch, porque este hombre escribe como el mejor discípulo de Cervantes, Quevedo, Don Juan Valera, Unamuno o Azorín. Un grande de Córdoba.

Julio Merino. Periodista y miembro de la Real Academia de Córdoba

Córdoba