El pasado domingo no salía de mi asombro bajando el eje Tendillas-Mezquita, dentro de nuestro Casco Histórico, Patrimonio de la Humanidad, para, a través de la calle Céspedes --única que quedaba libre del espectáculo lamentable y horroroso de los mercadillos de baratijas colgadas de las paredes-- llegar hasta el Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral, otro monumento Patrimonio de la Humanidad a escasos diez metros de la calle Céspedes.

En la imagen que acompaño se ilustra cómo al parecer todo vale con tal de hacer caja, aunque sea a costa de poner en peligro ante la Unesco nuestras declaraciones de Patrimonio de la Humanidad de las que tanto presume esta ciudad. Lo peor no es que el afán de lucro haga que cuelguen de las paredes cajones escaparate con ruedas, montañas de perchas con ropa y cuantas baratijas se les ocurra, lo peor es que se hace ante la pasividad de las administraciones, que no parecen verlo (o no quieren, que vienen elecciones).

Se dificulta el tránsito peatonal, se pone en peligro a invidentes, se empeora la accesibilidad y se invade el espacio público al tiempo que se destruye la imagen de nuestro Casco Histórico. ¿Algún responsable tomará medidas, o les va a seguir dando igual?