Empezamos marzo con la desagradable noticia de la muerte del emblema del Zoo e incluso de la ciudad de Córdoba para los niños y niñas amantes de los animales. Para mí que la conocí desde que entró en su cautiverio ha sido un mazazo al mismo nivel que la muerte de Manolete, otro símbolo de la ciudad. Dicen las fuentes de la noticia que se han informado supongo de los técnicos del Zoo que la longevidad de esta especie es de 35 años y que ha vivido 10 años más en su encierro de por vida al que llegó con tan solo 3 años (un cachorro). Los elefantes son animales muy longevos y pueden alcanzar los 60-70 años de vida y aunque algunos elefantes en cautividad alcanzan una edad muy avanzada (no es este el caso), un porcentaje importante de los mismos muere de forma prematura. Un estudio sobre la esperanza de vida de los elefantes asiáticos (Elephas maximus) como Flavia publicado en 2008 determinó que la esperanza de vida era de unos 19 años en los elefantes de zoológico que habían nacido en cautividad y de unos 42 años en los utilizados en la industria maderera del sudeste asiático (de donde proceden). La mortalidad infantil era mayor en los zoológicos que entre los utilizados en la industria maderera. La esperanza de vida era menor en los que habían nacido en cautividad que en los que habían nacido en libertad. El estudio concluye que la reducida esperanza de vida de los elefantes de zoológico era atribuible, al menos en parte, al estrés y la obesidad. Además, la diferencia encontrada entre los elefantes asiáticos de zoológico nacidos en libertad y los nacidos en cautividad sugería que el ambiente durante los primeros años de vida e incluso durante la gestación tiene un efecto muy importante en la esperanza de vida.

El comportamiento social de esta especie es de los más complejos de entre los animales. Los elefantes establecen una red de relaciones sociales muy extensa y duradera. Algunos problemas de bienestar de los elefantes en cautividad están relacionados con su comportamiento social.

Flavia fue arrancada de su entorno social en origen y no se le dio nunca la oportunidad de establecer su propia familia, sus propias relaciones con los de su especie. Esto es única y exclusivamente responsabilidad de los prebostes, concejales y directores del Zoo que han pasado, pasan y pasarán por la ciudad. Ahora, un año después de que los técnicos dijeran que Flavia estaba estupendamente, parece ser que no lo estaba tanto y que debemos exigirles a estos gobernantes, por una conciencia ética con los animales, que recapaciten para no volver a cometer estos errores cantados por las evidencias científicas.