En la formación de la Mesa del Congreso, por culpa del cainismo, las zancadillas y la soberbia destructora, típicas del centro derecha español, ocurrió lo que ocurrió. Los mismos de aquel gobierno Frankenstein se hicieron con la gran mayoría de la mesa. He ahí el primer engendro de la obsesión del nuevo líder del PSOE de volver al redil. Se cumplió la manida tendencia de todos contra el centro derecha español. Y como todo está atado y bien atado, formaran gobierno, logrando, con ello, el cordón sanitario y el tan deseado frente popular, para ganar, a estas alturas del siglo XXI, lo que no fueron capaces de lograr en aquel estrepitoso fracaso del 36.

Recién iniciado el siglo XXI, después de nuestra heroica, patriótica, democrática y humanitaria Transición Española, un presidente de gobierno, cuyo PSOE le amparó, reinició otra fratricida separación entre españoles de bien. Ese fue Rodríguez Zapatero, ZP para la eternidad. Y, también, un recuerdo reciente, nos muestra que, por avatares de un fatídico destino, donde la intriga de un juez desestabilizador, la prepotencia de un gallito ya destronado, la cobardía de oportunistas nacionalistas, y los casa fortunas de la breva política,-extrema izquierda, republicanos, proetarras y antisistema-, le dieron el poder a ese yo, yo, y nadie más que yo, ganando la moción de censura. He ahí al discípulo de ZP, Pedro Sánchez, un personaje egocentrista, narcisista, populista, maniqueista, y de pensamiento único tipo Marcuse, que sigue, erre que erre, separando a los españoles y destruyendo la unidad nacional, creando, también, a su vez, gravísimos problemas a la sociedad española, a la economía española, a la soberanía nacional, y al régimen constitucional español. Creo, que un personaje con las características y convicciones que tiene, para hacernos volver al redil, no debería gobernar nuestra histórica nación. Pero, el pueblo votó para que se cumpliera lo de, cuando otrora, nuestros maestros nos decían: "Ahí tenéis lo que hay, y no os quejéis con ay".