Salvo algunas inclemencias meteorológicas en el Domingo de Ramos y Viernes Santo, los cordobeses hemos podido disfrutar un año más de nuestra querida y amada Semana Santa. Había mucha expectación e incertidumbre por ver cómo se desarrollaban los acontecimientos en el segundo año de carrera oficial por la Mezquita. Pese a las abundantes críticas de los detractores y «enemigos» de las procesiones, que presagiaban una catástrofe e infinidad de problemas en los alrededores del Casco Histórico (por fortuna), estos se han equivocado, no habiendo que registrar prácticamente ni un solo incidente de gravedad, realizándose los desfiles con total brillantez y normalidad.

Es más: el único incidente y polémica innecesaria, la han protagonizado precisamente estos detractores y enemigos de nuestra Semana Mayor con el tema de los palcos, animada por un concejal del Ayuntamiento de Córdoba, aprovechando su poca creencia religiosa. Por cierto, me adhiero totalmente a las muy acertadas declaraciones efectuadas por mi presidente de la Agrupación de Cofradías, Paco Gómez Sanmiguel, en las cuales afirmaba y se cuestionaba con enorme acierto, el porqué estos señores detractores no critican de la misma forma otros acontecimientos de igual magnitud vividos en los alrededores de nuestra Mezquita-Catedral, como pueden ser el Rally Sierra Morena, con la colocación de vallas.

En Sevilla lleva años la Carrera Oficial en el Casco Histórico y no se ha oído ninguna protesta. ¿Por qué en Córdoba sí, por desgracia? Creo que los palcos colocados con seguridad durante una semana, no molestan ni hacen daño a nadie, como de hecho, se ha comprobado. A quien no le guste la Semana Santa, que no la vea o se vaya a otro lugar. Pero, por favor: ¡Respeto a quiénes de verdad la amamos! H