Visto lo visto, entre Pedro y Pablo, después de todos los tejemanejes tras la moción de censura, creo, que la escenografía televisada, fue un auténtico abrazo de oso. Un abrazo traicionero. ¿Quién traicionará a quién? Muchos besos y abrazos en aquellos que, como dice el refrán: ¡Quién te ha visto y quién te ve! Pedro Sánchez en el debate en TVE no fue capaz y no quiso decir con quien iba a pactar. Por lo tanto, engañó, por consiguiente, a los españoles, y, más aún, a sus militantes socialistas honrados, que no hubiesen aceptado ese pacto antes de votar.

Confían en las abstenciones. Pues una abstención es un sí, siempre que alguien consiga lo que quiere. Y Pedro Sánchez ha tenido, tiene y tendrá una idea fija, una obsesión, y un egocentrismo propio de un narcisista, para ser presidente del Gobierno y seguir siendo presidente del Gobierno. Luego, las abstenciones de Bildu, la CUP, ERC, JxCt, PNV y otras, serán un sí condicional a Pedro Sánchez y al PSOE, porque nadie da algo a cambio de nada, nadie regala duros por pesetas, salvo que seas un misericordioso, y estos abstencionistas tienen de santos lo que el demonio de bueno. Que lo aclaren y que digan la verdad. Porque, si no hay verdad, no hay libertad. Y quien no defiende la libertad, no puede alardear de progresista. La mentira es propia de dictadores. Y una cosa es el progreso, y otra la progresía de los que presumen de progresistas. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces.

Por cierto, no sé lo que pintó el Jefe del Estado Español en Cuba, un país gobernado por republicanos, comunistas y dictadores, el día en que Pedro y Pablo se abrazaron. ¿Estaba todo atado y bien atado para ese frente popular republicano? Y los de Ciudadanos y Vox, ¿qué pintan en todo esto después de cumplirse la fatídica desmembración del centro derecha español? ¿Y ahora qué? ¡Qué pena, penita, pena!