Don Manuel fue mi suegro y lo conocí allá por el año 1956 (más o menos). Conocí sus andanzas, ya era funcionario del Ayuntamiento y con diez hijos a su cargo, su sueldo de entonces no daba para más que dar de comer. Durante mucho tiempo acompañé a su hijo Ernesto a llevar cada noche a la estación un artículo sobre sobre Córdoba para el periódico Informaciones, ya que debía salir al día siguiente. Como el sueldo que tenía no daba para más, también acompañé a su hijo (del cual era amigo mío), a repartir mantecados en las fiestas navideñas, así como quesos etc. Algunas amistades mías lo tachaban un poco comunista, ya que en sus escritos era bastante osado y valiente con los mandatarios de entonces.

Siempre, siempre defendió a su Córdoba por encima de todo. Y alguna que otra vez se jugó el tipo por su Córdoba.

Hace algunas fechas se juntaron todos mis hijos y mis nietos (21), que al enterarse que iban a cambiar los nombres de algunas calles, y entre ellas las de mi suegro, nos desplazamos para hacerse una fotografía con el rótulo. Que todos sus nietos (con sus pensamientos), reconocen su labor por la ciudad.

Yo no conocí a la señora cuyo nombre va a sustituir a dicha calle, y por ello he estado consultando la vida de ambos. Por un lado veo una persona (académico) harto conocida por periodistas, académicos etc, que llevó el nombre de Córdoba allá por donde estuvo y no estuvo. Y por otro lado veo la vida de una persona, (la Sra. Carmen) que según su biografía, fue una activista por la igualdad de la mujer. Yo, pensando en Córdoba, no sé valorar o mejor dicho sí valoro los méritos de unos y otros.

Yo no tengo nada en contra de nadie, pero me parece a mí que una calle se le otorga a alguien que ha hecho méritos por su ciudad y no por sus ideas políticas. Creo que hay un afán hoy por borrar de la memoria todo aquello que no está de acuerdo conmigo y se pongan como se pongan, la historia no se puede cambiar. Qué pena que habiendo hecho los esfuerzos que se hicieron en su día por borrar el odio, hoy lo hayamos resucitado para justificar la venganza.