La salud pública ha de ser elemento clave en los sectores estratégicos de cualquier país que se precie. En los últimos años, el desabastecimiento de especialidades farmacéuticas viene siendo habitual, lo que, además de originar situaciones de ansiedad, agrava considerablemente la salud de los enfermos. La mayoría de las veces, la falta de suministro se debe a intereses crematísticos de las compañías que consideran que su margen de beneficio es insuficiente para su desmedida codicia y, consecuentemente, son indolentes a la hora de programar su producción. ¡Claro, como las farmacéuticas apenas tienen beneficios!

Para solucionarlo debería crearse una industria estatal, dependiente del Ministerio de Sanidad, que produjera genéricos. Con el tiempo, se conseguirían tres importantes metas: calidad en el aprovisionamiento, empleo estable y un importante ahorro en esta partida que se podría dedicar a la investigación médica.

Echen cuentas y verán como da.