Hoy quiero hablarles de los orígenes de la popular Cruz del Rastro cordobesa, y de unos hechos históricos que llenaron de sangre y desmanes durante cuatro días esta ciudad. ¡Jueves Santo, Jueves Santo! de 1463, día desgraciado para Córdoba. Eran tiempos en que empezaron a proliferar las hermandades en las distintas iglesias cordobesas, cofrades que tenían que ser cristianos viejos, sin mezcla de sangre hebrea o mora. Y fue ese Jueves Santo, que la Hermandad de la Santa Caridad sacó en procesión a la Virgen de los Remedios con un lujo inusitado.

La comitiva pasaba por el Arquillo de Calceteros (entrada de la actual Cardenar González) y un poco má adelante, desde un ventanuco estrecho de la casa de un judío converso, a la Virgen le arrojaron un cierto líquido, causando un horrible sacrilegio. En ese momento, alguien arrengó a la gente a asaltar la casa y vengar el insulto; entonces se desbandó la plebe, empezando por pegar fuego a la casa, fuego que se esparció por algunas casas más del contorno.

La Cofradía con la Virgen se volvió al Hospital de la Caridad, mientras en la calle el motín y las reyertas seguían y crecían. Y viendo que la cosa no paraba, don Alonso de Aguilar, adalid de los cristianos, salió del Alcázar ofreciendo perdón por los crímenes cometidos, y mandando a los judíos y conversos a salir de Córdoba o fijar su residencia en el barrio que se les tenía señalado. Algunos de estos marcharon a la villa de Aguilar, donde les dio varias casas don Alonso.

La Hermandad de la Caridad colocó, en memoria de los hechos, una gran cruz de hierro sobre un pedestal en el centro del antiguo Rastro. La primera cruz desapareció con el tiempo, la segunda varió de tamaño y de sitio. Luego en 1814, y con motivo de unas fiestas, se construyeron dos grandes arcos desde la esquina de la calle Lucano a la Carrera del Puente (Cardenal González) y en lo alto colocaron la cruz, estando bastantes años, hasta que en 1852, cuando la construcción del último tramo del murallón, derribaron los arcos y la cruz despareció.

Pero la actual Cruz del Rastro, la que vemos todos los días, esta ahí desde el año 1927, que la hizo un auténtico artista cordobés del hierro, el artesano José Cuevas Martínez, que vivió y tenía el taller, en la calle de la Feria 95, En esta casa, que sigue en propiedad de la hija, murió José Cuevas a los ochenta y cinco años, el 13 de febrero de 1993. Cuando hizo la cruz, ayudado por un primo suyo, José contaba con diecinueve años.