La Hermandad de la Soledad decidió participar en el concurso municipal de cruces de este año; desde ese momento una decena de personas, un vecindario totalmente volcado, un sacerdote que no cesa de empujar y, sobre todo, una actitud de servicio y entrega, llevaron a elevar a esta cruz a un lugar maravilloso. Si además lo unimos al espacio privilegiado que le impregna el exterior de la ermita de Las Angustias, el resultado no podía resultar más maravilloso, más espectacular.

Se trataba de una cruz de gran tamaño, con estructura y peana metálica, para albergar las esponjas sobre las que se clavaron tallos de ciprés, statice de varios colores, aunque predomina el morado, junto a margaritas, en concreto, la variedad denominada «brión». La belleza, el color, el entorno que rodeó a la imagen del cristianismo por antonomasia, fue lo suficientemente seductora para que el jurado le otorgara el primer premio del concurso.

Los actos que rodearon a esta fiesta de la Cruz comenzaron el viernes noche con la inauguración de una barra con bebida, bocadillos, pinchitos... Y música ambiental. Así hasta el lunes tarde, donde se pudieron degustar caracoles, sándwich, y boquerones de una receta un tanto olvidada, originales y muy recordados en el pueblo, procedentes de un antiguo bar llamado Godi. Si a todo ello se le suma el grupo musical La carreta atrancá la noche dejó un rastro de alegría y gozo entre los participantes.

La Finalidad de esta Cruz de Mayo, además de potenciar la convivencia, la colaboración y hermanamiento entre Villafranqueños y sus visitantes, supone un beneficio económico que irá destinado a la Virgen de La Soledad y al mantenimiento de esta ermita villafranqueña.