Las vacaciones «forzosas» de agosto --baja actividad judicial-- las dedico a la lectura y a lo que llamo «turistear» Córdoba: pasear por sus calles y barrios descubriendo nuevos rincones; disfrutando en los recorridos a la par que tomar fotografías. Calles por las que normalmente no paso y otras de paso diario pero que no suelo fijarme, por ejemplo, en las casas donde nacieron Pablo García Baena y Martínez Rúcker; en las que vivieron Ricardo Molina, Juan Valera o el profesor Hernández Pacheco; o en las que murieron Rey Heredia --abuelo del cronista Rey Diaz- y Pablo de Céspedes. Calles y callejuelas donde nos podemos encontrar con azulejos que representan a Fernando III El Santo o al custodio San Rafael. Es curioso el existente en la calle Osio que representa a San Rafael acompañando a Tobías. E igualmente curioso el escudo de Córdoba cuyo león rampante mira a la derecha-calleja de la Luna.

Destacar la cartela de la calle Junio Galión de homenaje a la estirpe Annea. También se descubren antiguas tabernas. Viene todo lo expuesto a cuenta de que hace unos meses en esta misma sección un ciudadano mostraba su descontento por no haber podido leer la inscripción existente en la Cruz de Juárez. Pues bien, una mañana agosteña me encaminé por las sombreadas calles de Santa Rosa hacia la glorieta donde está la cruz. A pesar del deterioro pude leer y tomar nota de dicha inscripción y que es como sigue:

«Recuerdo de un antiguo calvario o asiento

de una novelesca tradición. Siempre presidió

este encuentro de caminos la Santa enseña de la Cruz»

Solo queda que técnicos municipales adscritos a Patrimonio limpien la cruz y recuperen dicha inscripción para que los cordobeses conozcan el origen del nombre de la glorieta de la Cruz de Juárez. Seguidamente me encaminé hacia el Campo de la Verdad encontrando en la esquina de la calle Procónsul Metelo Pío con plaza del Tejar un horno de ladrillo en perfecto estado de conservación pero en un solar en lamentable estado de abandono.