Empedrado y rejas guardadas por el recogimiento del silencio, bucles de geranios sobre la encalada espiritualidad del pozo. Oníricas alas de Arcángel acrisolan la brisa, nunca un despertar acarició tantas amanecidas. Fuentes arrullan en su alma letras de agua, suspiros de azahar declaman a la piedra, postrada ante la blanca mecida. Arriates de filigrana, mariposas enlutadas que en la ribera duermen. Cáliz de vida, sonrisas de pétalos que aceran espinas. Azucena nacarada entre ramas de olivo, cuentas de rosario que reconfortan abismos de mirra.