Como es lógico, su Congreso ha confirmado la espantada de los mismos máximos responsables del PP. Primero dimitió su tan pegajoso como inútil presidente Rajoy. Después, como tuvo el valor de reconocer, temiendo investigaran su pasado, huyó su delfín ‘in pectore’, Feijoo. La misma vicepresidenta de Rajoy no obtuvo sino un tercio de votos de las escuálidas «bases», en gran parte compuesta por miles de cargos menores, perdiendo después definitivamente Santamaría su lucha personal con Cospedal, que impulsó la victoria del menos «casado» con Rajoy y pasado reciente del PP. Pablo Casado, aparente triunfador en el PP, pero al que quizás espera un próximo fin «a lo Cifuentes», no pudiendo apoyarse en los desastrosos resultados del Gobierno del PP, ha prometido volver a las «esencias» del pasado, al trasnochado y ya fracasado aznarismo que, con la rápida evolución del mundo, no podrá llevar a los cada vez mas impopulares, que no ya a España, a la irrelevancia y ruina total.