Nunca se aprecia desde fuera que las personas mayores necesitan algo que solo su entorno les puede proporcionar, como es una correlación de prestaciones que como persona de bastante edad necesita y demanda. La no atención o mala respuesta a una petición de un anciano les genera ya de por si una indefensión que puede desembocar en un síntoma del maltrato. La discriminación por razones de edad es muy frecuente en muchos ámbitos incluyendo el familiar y asistencial.

Cuando un mayor te pide algo o dirige la palabra y no contestamos le estamos provocando un desprecio, pues se siente como si no existiera cuando en realidad está más necesitado que nunca de tu colaboración. Se puede estar en una residencia rodeado de gente de la misma edad, pero en realidad estar solo porque nadie repara en ti o no confraternizas con nadie por tu o su estado mental diferente. De ahí que muchos mayores deseen pasar su vejez en casa, ya que no es lo mismo vivir solo que estar solo. En la ancianidad, los amigos juegan un papel fundamental. Se ha comprobado que el tamaño de la red de amigos se relaciona con una mejor salud psicológica. La vejez es un proceso biológico natural e irreversible al que todos debemos hacer frente. En un futuro la población de mayores superará a la de jóvenes. Estamos dentro de una humanidad en un proceso importante de envejecimiento y en 2050 puede ser que España sea el país más longevo del mundo.

Los mayores relacionamos dignidad con el derecho a ser tratados como iguales al margen de la edad, manteniendo la autonomía e independencia sin sentirnos solos o como una carga familiar, y merecemos un envejecimiento comprendido, al que tienen que colaborar todos los estamentos sociales.