«Paréceme Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, especialmente aquel que dice : ‘Donde una puerta se cierra otra se abre’...» (I, C XXI).

Los refranes son para Cervantes motivo de reflexión, por ser sentencias breves de típico carácter sociológico. No son meras fórmulas expresivas sino normas de conducta orales establecidas desde antiguo. Son normas orales por las cuales se puede interpretar la realidad. Los personajes guían sus actos través de ellas.

Cervantes, como atento observador y buen conocedor de la realidad de su época, supo hacer de estas fórmulas de sabiduría popular una verdadera manifestación de arte. Como escritor amante de la naturalidad del lenguaje, hizo gran uso de la cultura popular cultivada durante varios siglos en España.

Los refranes, tal como aparecen en El Quijote, reflejan tanto la sociología como la ideología de su origen y uso porque se basan en las condiciones sociales de su época. Para los estudiosos de la magna novela de Cervantes, en ella se encuentra reflejada el alma de todo un pueblo; los refranes contienen las ideas fundamentales de los españoles de la época sobre aspectos centrales del pensamiento moral, social, político y religioso. Como así lo revelan estos refranes espumados del insigne libro, tales como:

-- «Quien yerra y se enmienda, a Dios se encomienda», (II,28).

--«Cuando Dios amanece, para todos amanece», (II, 49) .

--«Por tan estrecha senda va el príncipe como el jornalero», (II,33).

--»Cada oveja con su pareja», (II,19).

--«Iglesia, o mar, o casa real», (I,39).

--«Con lo mío Dios me ayude», (II,7). Y así un largo etcétera de ellos.

Terminar diciendo que, de los muchos refranes citados en El Quijote, buena parte de ellos siguen siendo muy populares en la España actual.

Sin ir más lejos, días atrás, pudimos escuchar en el Congreso al presidente del Gobierno hacer uso de alguno de ellos, como fuerza persuasiva de su discurso.