Casado, en su locuaz deriva ultraderechista plagada de insultos y acusaciones de alta traición e ilegitimidad, torna a las viejas teorías «conspiranoicas» del 11-M, ofendiendo a las víctimas, y sube su apuesta hablando de «españoles de bien», en contraposición, imagino a españoles de mal.

En realidad, nada nuevo. Siempre que el PP pierde el poder, cizaña a la sociedad civil y obstaculiza la vida política para reavivar el miedo a las dos Españas, convirtiendo la política en hediondo albañal. Y ahora añade guiños al entorno de Vox para frenar la sangría de votos sin importarle quebrar el principio democrático del necesario debate político y bloquea toda posibilidad de diálogo. Yerra, abrirá otra hemorragia aún mayor de electores moderados que se irán a Ciudadanos, mientras los radicales desertarán al original de prietas la filas, Vox. Pero lo grave de verdad, lo que no tiene en cuenta o si lo tiene le importa una higa, es que una vez que se incendia la calle, es difícil volver atrás.