Con profundo dolor recibí la noticia de un nuevo bombardeo del gobierno turco en el norte de Siria.

Este ataque nuevamente se ha concentrado en las zonas donde prevalece la población kurda, en las ciudades de Ras al Ain, Tal Abyad y Qamishli, lo que me sensibiliza de manera particular ya que además de haber en ellas numerosas familias armenias, la última localidad es el lugar en el que nací y pasé mi infancia, donde se encuentran enterrados mis padres.

Los reportes hablan ya de varias víctimas, entre ellas muchas civiles. Ver las terribles imágenes de muerte, dolor, devastación y familias enteras huyendo en caravana de sus hogares apenas con lo puesto o unas pocas pertenencias, me remite inevitablemente a otra atrocidad cometida por el Estado turco, el genocidio de un millón y medio de armenios en 1915, crimen de lesa humanidad que aún no ha obtenido justicia ni reparación, ya que no es reconocido por su perpetrador. En aquel entonces, el silencio internacional fue uno de los factores que permitió avanzar al gobierno turco con su plan sistemático de exterminio de la población armenia. No queremos que una barbarie así vuelva a suceder, esta vez contra la nación kurda.

Ruego al Señor que la comunidad internacional y los líderes mundiales alcen su voz ante esta injusticia e impidan un nuevo genocidio.

Rezo por las víctimas y familiares de todos los conflictos, por la paz en el mundo, la hermandad y fraternidad de todos los pueblos y naciones.