No ha mucho tiempo desde que te fuiste, y aunque en este naranjal siga amaneciendo y las abejitas de oro no cesan en la búsqueda de la miel, a mí ya solo me queda recordarte. Jamás olvidaré aquella mañana en la que con los ojos vidriosos me auguraste que me ibas a relatar una de tus vivencias, aquella que al recordar siempre te traía lágrimas, pero que esta vez al estar yo delante contendrías.

Fue entonces cuando comenzaste a hablarme de aquel día en el que aún eras un niño, y ante la mala situación que tu familia vivía, tuviste que ir a casa de tu Chache Ricardo para pedirle comida. Hoy, como si pudiera escucharte, recuerdo las palabras con las que terminaste de contarme aquella historia y a las cuales me remito: «comencé a llorar sin motivo alguno, no sé si sería el calor de la olla o era algo que llevamos dentro, que no sabemos, pero nos afecta». En aquel momento no lograba entender bien cómo se lleva algo dentro que, sin saberlo, nos afecta, pero ahora... ¡Ay, cómo me gustaría seguir sin comprenderte!

Tampoco olvidaré jamás aquellos días, en los que nos sentábamos en aquellos escalones a contemplar cómo el viento azotaba las revolandetas y estas giraban sin parar, o aquellos en los que recitábamos una y otra vez aquel poema que tanto añoro escuchar, aquel que empezaba con aquel llamamiento a la hermana Marica, o esos otros días en los que me esperabas con rotulador en mano para escribir mensajes en la peana de aquellos tornillos y alambres que gracias a tus manos, jamás vacías, se han convertido en difusores de la cultura cervantina. Quizás algún día la memoria haga estragos en mí, como a menudo lo hace en tu blanco jazmín, al que hoy cuidamos y mimamos con todo el amor que tú le diste, pero sé con certeza, que pase lo que pase en un futuro, nada de lo que viví a tu lado será borrado jamás de mí.

No ha mucho tiempo desde que te fuiste, y, aunque ya no estés aquí tú, aún sigue armonizando mis oídos con aquella frase que dijo aquel loco caballero andante de la Mancha: «Podrán quitarme la ventura, pero el esfuerzo y el ánimo será imposible».