Siguen como ayer, cuando azuzaban con manifestaciones al grito de "Zapatero=E.T.A.”. Hoy, cuando el coronavirus debiera unirnos como en una guerra con tantos muertos, niegan una colaboración leal, que, ella sí, daría credibilidad a la necesaria crítica a los errores que el Gobierno comete como todos los demás ante una catástrofe sin precedentes, tan repentina, compleja y mortal.

El PP sigue de cerca la miserable conducta de su hijo legítimo, al que tanto alabó y tanto le pagó, hasta que ensoberbecido se convirtió en su competidor, Abascal. Éste se ha apoderado de una parte de la siempre tan poderosa ultraderecha del PP. Más aún, ahora usa su Vox para llamar una y otra vez a un golpe de Estado, pretendiendo vivir de los muertos, e incluso aumentarlos con esa sublevación, cuando unas recientísimas elecciones muestran que la gran mayoría de los ciudadanos se oponen a la postura de ambos partidos.