Soy profesional de la Educación Física y me gusta hablar sobre el tema de la salud en general. Nos encontramos en un mundo en el que cada vez somos más personas y contaminamos más, y si a esto le añadimos un clima extremadamente seco, nos encontraremos con una atmósfera cada vez más cargada de polución y que repercute negativamente en nuestra salud.

Cada vez vemos a más gente realizando actividad y ejercicio físico en la calle, pero al mismo tiempo que ganamos en salud, también la contrarrestamos debido a la contaminación ambiental en ciudades demasiado urbanizadas y concentradas. Es reseñable ver la calidad y esperanza de vida que presentan las personas que viven en zonas rurales o pueblos, en comparación con las personas que viven en ciudades.

Se habla mucho de los malos hábitos (tabaco, mala alimentación, sedentarismo, etc.) relacionados con el cáncer, pero parece que el otro «cáncer invisible», ese que empezamos a respirar desde que salimos de nuestra casa, no es equiparable o no tiene el mismo impacto, o incluso más, para nuestra salud diaria. No vale decir que Córdoba es una ciudad de interior, con veranos calurosos, que es lo normal o que siempre ha sido así, entre otras cosas, han cambiado muchas cosas desde hace décadas; habremos progresado en muchas otras pero también la contaminación ha aumentado considerablemente.

Posiblemente esté mal decir que actualmente Córdoba -concretamente en estas fechas- sea una ciudad que presenta unos niveles de contaminación preocupantes, que junto a la escasez de lluvia y las altas temperaturas hace que sea perjudicial para la salud. Cualquiera que dé un paseo por la ciudad notará el olor y la polución que hay en el ambiente (vehículos, tabaco, alcantarillas secas, etc.), y que a veces resulta irrespirable y provoca malestar. Un cocktail que a largo plazo puede derivar en enfermedades.

Algunas ciudades ya están empezando a implantar medidas para paliar el problema a largo plazo, pero para que haya un desarrollo sostenible real el primer paso debe ser el cambio de mentalidad y de concienciación a nivel mundial. Cambiar el modelo de la forma de construir nuevas ciudades, de edificar, de respetar los espacios para no encontrarnos en zonas demasiados urbanizadas donde repercuta en la calidad de vida (descanso saludable), más zonas verdes y abiertas, etc.

En definitiva, debemos conseguir que la «balanza» se equilibre más hacia el lado de la salud, e intentar frenar la gran pandemia del siglo XXI que es el cáncer.