Este mes iban a desaparecer las cabinas telefónicas y al final creo que el Gobierno ha decidido mantenerlas, al menos en parte, si bien su futuro tiende a la desaparición. Comprendo que no son rentables, que ya casi todo el mundo tiene teléfono móvil y hasta en el pueblo más pequeño hay conexión a internet. Pero he dicho «casi». Todavía hay personas que no se manejan con las tecnologías, o situaciones en las que un teléfono móvil se descarga, o carece de cobertura, y sería necesario contar con una línea fija. Quizá haya que pensar más en las cabninas telefónicas como servicio público y obligar a las operadoras a mantenerlas, pagando entre todas, al menos en los pueblos pequeños y lugares de escasa cobertura.