Un infierno diario. Una pesadilla real. Una vida supeditada a personas externas. Es evidente que uno de los problemas más graves de nuestra sociedad es el acoso escolar o ‘bullying’. Mientras miles de niños ven pasar una infancia infernal en carne propia, otros los utilizan y se aprovechan de ellos para intentar sentirse superiores. Cuando parece que un niño está indefenso o incluso diferente al resto, otros aprovechan la ocasión para ganarse el respeto y la aprobación de los demás. Y es que vivimos en un mundo superficial, donde parece que es más importante lo externo que lo interno, lo frívolo que lo profundo y donde la inmensa mayoría desconoce la esencia y el sentido real de sus vidas.

Quizás el problema este en la educación, y claro, toda causa tiene su efecto. Por tanto, y como motor principal para la solución de este caso concreto, es fundamental concienciar a padres, colegios y niños de la existencia del problema, y educar en la tolerancia al respeto a los demás, incluso tener un sistema de prevención y tratamiento para erradicar la continua difusión de niños inhumanos que provocan un sufrimiento permanente en otras vidas inocentes. Como decía Albert Einstein, dar ejemplo no es la principal forma de influir en los demás: es la única.