La estatua del Padre Cristóbal de Santa Catalina, situada en pleno barrio de San Agustín, ha amanecido de esta manera, con motivo del día de la mujer. ¡Magnífica forma de reivindicar respeto!

A mí lo único que me produce es una enorme pena por la ignorancia que supone atentar con la figura de un hombre que, ya en el siglo XVII, luchó por la dignidad de las mujeres, sin recursos y totalmente abandonadas por la sociedad cordobesa de aquel tiempo, especialmente evitando que cayeran en las redes de la explotación sexual de la prostitución, al carecer de recursos para subsistir. Un hombre que recorrió los barrios más ignorados de la ciudad llevando dignidad y consuelo. Un hombre que tuvo tanta libertad en su cabeza y en su corazón, que en la casa de Jesús Nazareno unió mujeres y hombres, laicos y religiosos en una Familia dedicada a acoger a quienes nada tenían.

Lo segundo que me produce es indignación porque nunca he entendido que para reivindicar la causa más justa que exista, haya que ensuciar y maltratar el patrimonio de una ciudad que es de todos. No. Así no se camina hacia el respeto y la igualdad. Yo no quiero estar en igualdad con quienes van por la vida con esta forma de avasallar y denigrar la convivencia. ¡Yo no voy a ninguna manifestación con esta compañía!