La feria taurina madrileña ha demostrado que el enemigo de la fiesta no está fuera sino dentro. Todo depende de la organización, la promoción y la pureza del producto que se ofrece, 34 tardes seguidas eran demasiadas tardes, muchos auguraban un batacazo de la empresa, pero afortunadamente el ciclo ha sido un éxito. No han hecho falta muchas figuras, los nuevos valores han luchado con corridas de gran trapío, sin tener un gran bagaje, con el añadido del viento, que ha sido un enemigo importante. La ocupación ha sido de un 80% de media, con 8 días de «no hay billetes». En lo artístico ha habido 8 puertas grandes, 5 de a pie y 3 de rejones. Entre los más veteranos se han consolidado nombres, como Ferrera, Urdiales, Perera, Ureña o Curro Díaz. Se han puesto en valor toreros poco placeados: David de Miranda Juan Ortega, Joaquín Galdós, Álvaro Lorenzo, Román, Eugenio de Mora. Roca Rey como siempre lo ha dado todo enfrentándose a los Adolfos y salida a hombros por la Puerta Grande. Se ha demostrado que la Fiesta está muy viva, solo hay que promocionarla, dando al aficionado aquello que le atrae, un ganado con trapío que dé emoción a la labor de los toreros. Lo ocurrido en Córdoba esta feria no debe de ocurrir nunca más.