Andalucía imparable, Andalucía de cine, Andalucía intensamente... ¿Recuerdan? Son eslóganes publicitarios difundidos por los gobiernos socialistas para promocionar Andalucía y, en el fondo, para autobombo de la Junta. Pero eso no significa que sean exagerados. Porque a Andalucía, la región más poblada y la segunda más extensa de España, de sobra le cuadrarían dichos epítetos por sus inexploradas potencialidades de progreso y desarrollo; por su gente alegre, sencilla y resignada; por la riqueza y fertilidad de sus tierras; por la belleza de sus costas, su historia y su patrimonio... Ahora bien, si Andalucía es imparable, de cine... ¿cómo se explica que tras cerca de 40 años de gobiernos socialistas sea la penúltima de las 17 comunidades de España, la segunda de renta per cápita más baja, la de mayor desempleo, la de más fracaso escolar, la de menor calidad educativa, la de un 41% de población en riesgo de pobreza, la que ha vuelto al grupo de regiones europeas menos desarrolladas, después de recibir 100.000 millones de la UE? La respuesta es sencilla: los socialistas no han sabido, no han podido o no han querido gobernar la Comunidad Andaluza como ella necesitaba y merecía. Administrada desde un socialismo inepto y corrupto, el resultado no podía ser, sino una Andalucía pobre entre las regiones europeas más pobres. Sin embargo, y a pesar de tan desastroso resultado, todos hemos visto cómo la Sra. Díaz y políticos afines se encabritaban rabiosos contra el pacto, que en democracia los echaba a la oposición. Pues ahora, ya en la oposición, tienen la mejor oportunidad para compensar al pueblo andaluz por el daño que le hicieron o por el bien que dejaron de hacerle. ¿Cómo? Ayudando leal y generosamente al éxito del tripartito. Tal éxito sería bienestar para Andalucía. ¿Utopía imposible?