Por desgracia no es la primera vez y si el Estado no pone remedio, no será la última, en la que un profesional de la medicina se ve amenazado gravemente por una persona que no se sabe si tal vez podría encontrarse en estado de embriaguez u otras sustancias. El hecho ocurrió el sábado pasado en Santaella durante la guardia de 24 horas que médico, enfermera y conductora de ambulancia hacían en su puesto de trabajo. No me corresponde contar con detenimiento lo ocurrido, eso lo hará con toda seguridad la justicia. Sí quiero romper una lanza a favor de médicos y personal sanitario, en la desprotección con la que se encuentran en centros de salud sobre todo en pueblos pequeños o aldeas. Repetidamente piden un vigilante o guardia de seguridad que los defienda ante estos ataques que por desgracia se producen con mas asiduidad de la que parece. Estos trabajadores de la salud pública no han estudiado para pelear, sino para salvar vidas y para ello se empeñan al máximo. Sugiero poner en los centros de salud una cámara conectada con la guardia civil o policía nacional para intervenir en caso de necesidad. Seguro que estos sujetos, sabedores de que existe este medio, se lo pensarían dos veces antes de actuar. Todos esperamos la protección del Estado. Los profesionales de la sanidad trabajan para salvar vidas, pero, ¿quién protege la suya?