No me refiero a la afición del Córdoba, por supuesto admirable en la actualidad por su paciencia y masoquismo dignos de admiración. Voy a referirme a un individuo de mi barrio nada masoquista, más bien al contrario, a quien no conozco cara a cara sino por referencias confidenciales no punibles, por ello las expongo:

Se trata de un bombero, cuerpo intachable y admirable al menos hasta ahora, que yo sepa, porque no tienen garbanzos negros.Tal bombero es muy gatero, ama los gatos, lo llamaría mejor gatófilo aunque no figura en el Diccionario de la RAE. Creo que se llama como un héroe fenicio. Tiene un amor exagerado por los gatos, que se traduce en afición, vocación o pasión. Puro altruismo.

Por simpatía colaboré en su apoyo con 60 euros y bastantes horas de mi tiempo de las que me quedan pocas porque soy un vejestorio. Luego me arrepentí al recapacitar, apreciando que su empeño era una misión imposible, pura utopía. Debí sugerirle que dirija su vocación a colaborar activamente con el CECO (Centro de Control Animal), en lugar de captar donantes para su vocación. Recomiendo a los lectores hagan lo que yo no hice: Nada de dinero, mejor buenos consejos que valen mucho más.