Voy a contarles las verdades del barquero. Ha sido ahora, a cuenta de la celebración del ya tradicional Baratillo de Adevida, cuando se ha conocido un problema que veníamos poniendo de manifiesto a nuestros políticos, PSOE e IU, pues --hasta el momento- solo a ellos les competía.

De entrada he de decirles que, como es habitual, lo que han hecho ha sido mirar para otro lado y largarles el mochuelo a los técnicos de la gerencia o de la Junta --según el caso--. Seré breve e intentaré explicarles de forma somera cual es, y ha sido, el origen del problema.

El Gobierno de la Junta de Andalucía, entonces en manos socialistas, publica un decreto en agosto de 2018, con nocturnidad y alevosía, sobre una materia muy esperada y relativa a la posibilidad de realizar conciertos de pequeño formato -bares, terrazas...--. Igualmente, modifica el Catálogo de Espectáculos Públicos, Actividades Recreativas y Establecimientos Públicos de la Comunidad Autónoma de Andalucía pero, hete aquí, que, ni cortos ni perezosos, incluyen una disposición adicional -en concreto la primera- que supone la modificación del Decreto 195/2007, de 26 de junio, por el que se establecen las condiciones generales para la celebración de espectáculos públicos y actividades recreativas de carácter ocasional y extraordinario, mediante el cual limita a doce los espectáculos a desarrollar en recintos no destinados a ese fin -plazas de toros, polideportivos, campos de fútbol, etc.--.

He de decirles, sin faltar al obligado deber de sigilo profesional, que no han sido pocos los espectáculos que ha perdido ya Córdoba -y sus correlativos visitantes-- en estos escasos nueve meses de vigencia debido a esta absurda imposición reglamentaria que a nadie beneficia y lo que es peor, con la anuencia de nuestras autoridades.

La gota que ha colmado el vaso ha sido la interpretación estricta del citado decreto en cuanto a la consideración del Baratillo como actividad excepcional a desarrollarse en cuatro días en la plaza de toros, lugar donde se venía realizando sin incidentes desde hace varios lustros. Ciertamente existe una interpretación rigorista de la norma, pero no podemos poner el foco en el profesional que se limita a aplicarla según su mejor criterio; el verdadero problema está en la actitud cobarde de los políticos municipales que habrían de aplicarla de la forma menos restrictiva para todos los ciudadanos y en la redacción de una norma oscura cuya derogación inmediata se antoja como la única solución al problema. Problema que de no atajarlo a tiempo supondrá, en el caso de Córdoba, la pérdida de nuevas oportunidades y de crecimiento económico.

Entretanto se me antoja necesario apelar a la buena voluntad política para que Adevida pueda realizar su labor, labor que todos los cordobeses agradecemos de corazón y tanto necesitamos. En esta línea, se está buscando la fórmula para que haya un Baratillo en primavera en un lugar alternativo sin perjuicio de volver a la fórmula tradicional y que tanto y tan bien ha funcionado. Como decía Santa Teresa de Calcuta: «Nunca prives a nadie de la esperanza; puede ser lo único que una persona posea».

* Abogado. Profesor Asociado de Derecho Administrativo de la UCO/ Córdoba