La economía es un sistema efectivo, un sistema suficientemente complejo como para no poder ser descrito con todo detalle. Para comprenderla se utilizan unas caricaturas llamadas modelos económicos. Los premiados con el nobel 2018, W. Nordhaus y P. Romer, han desarrollado modelos que permiten sopesar los efectos del cambio climático y el conocimiento sobre nuestro bienestar.

Pero ¿qué tienen en común el cambio climático y el conocimiento?, ¿por qué a ambos? Vivimos tiempos convulsos en las economías de mercado de democracias liberales. Las economías producen crisis muy profundas que acaban con mucha precariedad y grandes desigualdades y las democracias se diluyen entre populismos, papanatismos y élites corruptas. Es muy importante tener un buen mapa de los fenómenos importantes y de las autovías que nos lleven a «buen» destino.

Tanto el cambio climático como el conocimiento son procesos que producen importantes externalidades, es decir, nos afectan a todos, desde luego, afectan a individuos que no intervienen en la obra que los genera y por tanto no pueden transaccionarse satisfactoriamente en los mercados. Por ejemplo, si se puede disfrutar de la comedia sin pagar la entrada ¿Por qué tendríamos que pagar? Cuando los mercados fallan necesitamos nuevos mecanismos, nuevas reglas, nuevas instituciones: cooperación y confianza. Este es papel reservado a las democracias liberales que no parecen comprender o estar dispuestas a llevar a cabo.

Poner de relieve las existencia de una serie de fenómenos que tienen la categoría de «común» (producción de ideas y cambio climático) y cuyo tratamiento (instituciones) solo puede hacerse desde el «bien común», cooperando en democracia. En esto consiste la aportación de Nordhaus y Romer. ¡Ojalá sus aportaciones nos permitan elevar la mirada y ver tan lejos!