Este verano lo estamos pasando algo mejor, aunque ya estos últimos días hayan sido duros. Pero empiezo a pensar que da igual que haya 30 grados o 40 de máxima. La gente en sus casa, las tiendas, las oficinas, todos ponemos el aire acondicionado a tope y continuamente, y, aparte del frío que se pasa y del ruido tan molesto, se aumenta el calor en la calle, se gasta energía y se contamina. Jugada maestra.