Como maestro del colegio público Fernán Pérez de Oliva me siento orgulloso de la tarea profesional y educativa y de la comunidad escolar a la que pertenezco. Un botón de muestra --otro más-- lo justifica el hecho de la reciente semana cultural celebrada en el colegio, como ya viene siendo habitual desde hace años. En esta ocasión, el centro de interés giraba en torno a la figura de Harry Potter, en particular, y de la magia en general.

Todos los miembros de la comunidad: alumnado, profesorado, familias, personal no docente..., se han volcado e implicado en la «mágica» caracterización para la ocasión del centro (pasillos, puertas, fachada) y de los propios niños y niñas, que el viernes, en el masivo y denominado apadrinamiento lector, actuaron de lectores y de oyentes, como si de múltiples Harry’s Potter’s se trataran. La ilusión y el éxito han sido totales, con conciertos, talleres de biblioteca, pócimas, varitas mágicas, teatro de sombras.., como así lo confirmaban las caritas, sorprendentes y sonrientes, de los protagonistas infantiles. Cuando la educación se compromete y se comparte por todas las partes, pasan estas cosas mágicas y maravillosas.

Es bueno saber que lo bueno, y los buenos, en los centros educativos, siempre predominan sobre los sucesos desagradables, que casi siempre adquieren mayor difusión y publicidad. Hagamos valer los abundantes y maravillosos hechizos que día a día también se producen en nuestros coles.