Los extremos se tocan y se pelean porque luchan por apoderarse de los mismos clientes, los extremistas. Y quieren armarlos, porque quieren apoderarse con ellos del país, como descaradamente desveló Iglesias en su día al exigir a Sánchez el Ministerio de Interior, Defensa, etcétera. También por reclamar ambos, ”como una exigencia de la democracia” (Iglesias) el derecho a tener armas.

Su extremismo espanta a la inmensa mayoría de la población y les obliga constantes desmentidos y rectificaciones que les dejan aún más desacreditados, excepto para sus fanáticos. De ahí que sus asesores les recomiendan que se callen, como está haciendo hasta el ridículo, aprovechando ahora a sus hijos, el ultra depresivo Iglesias, y también ahora, en plena precampaña, Abascal.