El club Natación Córdoba cuenta desde hace varias temporadas con uno de las principales promesas de la natación cordobesa y andaluza. Se trata de Pablo Vargas Gil, un cordobés de 13 años que no ha parado de superar récords desde que empezó a ir a los campeonatos andaluces en su etapa como nadador benjamín. La pasada campaña batió mejores marcas andaluzas de 12 y 13 años en nada menos que doce pruebas diferentes (50, 100, 200, 800 y 1.500 libres, 50 y 100 mariposa, 50, 100 y 200 espalda y 200 y 400 estilos). Solo le faltó por ello rebajar récords en 400 libres, 200 mariposa, 100 estilos y en las tres pruebas de braza (50, 100 y 200), aunque en la temporada anterior también superó un récord más en 400 libres. Además, en el Campeonato de España alevín rebajó las mejores marcas nacionales de 13 años en 100 y 200 espalda y ganó esas dos pruebas y dos más (200 libres y 200 estilos). Esta temporada ya ha logrado el primer tope andaluz, el de 100 metros libres de 13 años en piscina corta (55.91).

Superación

Lo curioso es que además su madre, Magnolia Gil Gómez, también es nadadora e igualmente ha superado récords andaluces de su edad (45--49 años), en ocho pruebas (100, 200, 400 y 800 libres, 100 y 200 estilos y 50 y 200 braza). Forman por ello ambos una familia nacida por la natación, pues entre los dos han rebajado topes en las últimas campañas en todas las pruebas salvo en 100 braza y 200 mariposa.

Pablo Vargas empezó a nadar «por mi madre. Un día estaba en la piscina de verano de Lepanto y vi que el Natación Córdoba entrenaba dentro, entonces le dije a mi madre que quería nadar. Ella me dice que se alegró mucho porque ella había sido nadadora antes».

Vargas ya tiene su estilo preferido que es la espalda. Sin embargo reconoce que «al principio lo que me gustaba era la braza pero ahora prefiero la espalda, sobre todo porque la braza es mi peor estilo».

A este nadador cordobés le costó asimilar lo que era superar un récord, pues asegura que «llevaba tiempo intentando batir uno, como el de 200 estilos, pero no lo había conseguido. Llegó en Jaén el primero que fue el de 200 estilos y me costó asimilarlo bastante porque nunca me había imaginado consiguiéndolo. A partir de ahí vi que podía y que si entrenaba cada vez más lo podía conseguir».

Sobre su madre dice que «ni me riñe ni me corrige. Antes me ganaba ella y me decía que a ver cuando le superaba pero ahora le gano yo».

Magnolia Gil nadó entre los 7 y los 17 años en el Santuario pero luego lo dejó para trabajar como bailarina profesional. Años después, cuenta Magnolia, «mis hijos Pablo y Ana vieron nadar al equipo del Natación Córdoba y hablé con Camilo Puertas para que entrenara con ellos. Entonces, esto fue hace seis años, decidí yo también retomar la natación. El cuerpo tiene memoria porque me retiré con 17 años haciendo 1.06 con 100 libres y ahora con 47 hago lo mismo».

A esta nadadora le motiva que «mis hijos nadaban y quería ser un ejemplo de superación para ellos, porque yo me pongo a nadar tras venir de trabajar. El esfuerzo tiene al final recompensa, unos baten récords y otros sienten que tienen el cuerpo mucho mejor. El día que nadas parece que te falta algo. Animo a todo el mundo a practica un deporte. Yo pienso seguir nadando hasta los 60 o 70 años según lo que me depare la vida».

Pese a ser madre y nadadora dice que no le corrige nunca nada porque «es verdad que su entrenador, cada día que le ve un pequeño fallo se lo va corrigiendo».

Como cualquiera nadadora tiene sus pruebas favoritas que son 100 y 200 estilos, 100 y 200 libres y 100 espalda.