Yulia Skripal, la hija del exespía ruso envenenada supuestamente con un gas tóxico junto a su padre en Salisbury (Inglaterra) el 4 de marzo, fue dada de alta el lunes y llevada a «un lugar seguro», informó ayer la BBC. La hija del antiguo agente ruso comunicó la semana pasada a través de la Policía Metropolitana de Londres que su estado de salud mejoraba y que recobraba fuerzas cada día. Los médicos que tratan al antiguo espía Serguéi Skripal en el hospital de Salisbury informaron de que ya no estaba en estado crítico y respondía bien al tratamiento: el exagente «también ha progresado, a pesar de que se está recuperando más lentamente», señaló la subdirectora del hospital, Christine Blanshard.

Los Skripal han estado en situación crítica durante cinco semanas y los médicos llegaron a temer que, aunque sobrevivieran al envenenamiento, sufrirían graves daños cerebrales. Desde entonces su estado de salud empezó a mejorar rápidamente. Según el Sunday Times, el Reino Unido está considerando otorgarles una nueva identidad y ofrecerles residir en Estados Unidos para protegerles de nuevos ataques.

Rusia advirtió que consideraría cualquier reubicación secreta de los Skripal como un secuestro de sus ciudadanos. «El mundo, si no tiene ninguna oportunidad de interactuar con ellos, tendrá toda la razón de verlo como un secuestro de los dos ciudadanos rusos o al menos como su aislamiento», declaró un portavoz de la embajada rusa en Londres.

Los Skripal fueron atacados con un agente nervioso de tipo militar identificado como Novichok, de fabricación rusa. El Gobierno de Theresa May responsabilizó a Rusia y expulsó a 23 diplomáticos rusos, lo que inició una espiral de represalias.