Alemania respira un poco más aliviada después de que la policía asegurara que detuvo a un joven islamista iraquí de 25 años residente en la ciudad de Wuppertal, Abdul Baset, según apuntaba el diario Spiegel Online, a quien acusa de ser el principal sospechoso del ataque perpetrado la tarde del martes en Dortmund contra el autobús del Borussia. La supuesta cercanía del sospechoso con el grupo terrorista Estado Islámico parece indicar así que el ataque tendría una «motivación terrorista», según explicó la portavoz de la fiscalía Frauke Köhler. De confirmarse esa hipótesis Alemania habría asistido a un nuevo tipo de atentado.

Sobre las 19.15 horas del martes tres explosivos situados a un lado de la carretera detonaron impactando contra el autobús del club de fútbol renano que se dirigía al estadio para celebrar un partido de cuartos de final de la Champions League contra el Mónaco. La localización de los explosivos, a 10 kilómetros de distancia del estadio y en un recorrido habitual del vehículo, hace pensar que fue «un ataque dirigido», según aseguró el presidente de la policía de Dortmund, Gregor Lange. Eso supondría un cambio de paradigma en los atentados perpetrados por lobos solitarios. Durante el partido la policía ha encontrado objetos sospechosos que están siendo analizados.

Las tres notas que la policía encontró en el lugar del crimen apuntan también en esa dirección. Así, se menciona una supuesta «lista de muerte del Estado Islámico en Alemania y otros países de la Cruzada». Eso hace temer a las autoridades policiales que con «alta probabilidad» pueda haber otro ataque «inminente» en el país dirigido a atletas, actores y «celebridades» del país. De esta manera, el ataque se trataría del primer intento de asesinato de futbolistas de primer nivel. Aunque uno de los autores del atentado de París en noviembre del 2015 trató de golpear al estadio de Stade de France, entonces el objetivo eran los aficionados. Ahora podrían ser los jugadores.

La policía busca a un segundo hombre, un alemán de 28 años residente en Fröndenberg llamado Abdullah al-Z. Durante ayer se registró el piso de los dos sospechosos y, a pesar de que el primero fue detenido, no se ha decidido su ingreso en prisión.

Escrita «en nombre de Alá» y pendiente de que se confirme su autenticidad, la carta hace referencia al atentado terrorista de Berlín que dejó 12 víctimas mortales y exige a la canciller alemana Angela Merkel que retire la participación de Alemania en la coalición internacional liderada por Estados Unidos que combate y bombardea posiciones del Estado Islámico en Siria. «Tus cazabombarderos Tornado aún sobrevuelan el califato para asesinar a musulmanes», reza el texto. Así, también se pide cerrar la base aérea estadounidense de la ciudad alemana de Ramstein en la que los extremistas ya planearon atentar el 2007.

Aunque el caso se investiga como un previsible ataque terrorista, la policía no descarta ninguna hipótesis como la «poco creíble» que apunta a la izquierda radical y ha asegurado que este modus operandi es «atípico» de los terroristas. Los expertos también se muestran con «muchas dudas» ante el hecho de que en la carta no se utilice un léxico religioso, de que no se haya encontrado ningún símbolo que lo vincule a Estado Islámico y de que en su primer comunicado durante la mañana ayer el grupo terrorista no haya reivindicado su autoría.

Según los primeros detalles de la investigación, los tres artefactos detonados el martes por la tarde contenían clavos y otros materiales metálicos para causar así más daño, una estrategia que el grupo terrorista autoproclamado Estado Islámico sí ha utilizado en otras ocasiones. «Hemos tenido suerte de que no haya pasado nada peor», añadió Köhler. La explosión tuvo un impacto que superó el radio de los 100 metros.