La amenaza de otro cierre parcial de la Administración vuelve a planear con fuerza sobre Estados Unidos. Ayer se reactivaron las conversaciones entre republicanos y demócratas en el Congreso, que se habían roto el fin de semana, pero son escasas las perspectivas de que el acuerdo presupuestario se pueda lograr en las próximas horas, cuando debería alcanzarse para asegurarse la tramitación de las cuentas en las cámaras a tiempo para evitar que el sábado empiece un nuevo cierre.

Y desde la Casa Blanca, mientras, se sigue apuntalando la posibilidad de que Donald Trump declare una emergencia nacional o busque fondos para el muro en partidas ya aprobadas para asegurarse la financiación del muro.

La obsesión de Trump con lograr 5.700 millones de dólares provocó el histórico cierre reciente, que se prolongó 35 días, colocó al país al borde del caos y provocó unas pérdidas de casi 10.000 millones de euros, además de una situación crítica para 800.000 empleados públicos. Ahora los demócratas y republicanos han llegado a acordar aprovisionar entre 1.100 y 1.800 millones de euros para reparaciones y refuerzos del muro, una cantidad que es incierto que Trump considere suficiente. A las complejas conversaciones se les ha sumado también una agria discusión sobre el número de detenciones de inmigrantes, que los demócratas quieren limitar para evitar excesos de la Administración en las deportaciones.

El plan demócrata limitaría a 16.500 las camas disponibles en ICE, la agencia que ejecuta las detenciones y expulsiones, para poner tope de arrestos de inmigrantes sin papeles dentro del país. Su argumento es que se pondría coto a «crueles» deportaciones de inmigrantes sin historial delictivo criminal y con vidas asentadas dentro del país que la actual Administración ha intensificado.