Decenas de miles de personas asistieron anoche al concierto de homenaje y benéfico por las víctimas de los dos últimos atentados terroristas que han sacudio el Reino Unido, el que acabó con la vida de 22 personas, muchas de ellas menores, el pasado 22 de mayo en el Manchester Arena, durante el concierto de la cantante estadounidense Ariana Grande, y el que mató a siete personas más la noche del pasado sábado en el centro de Londres. El objetivo de los organizadores del mismo, en el que participaron destacadas figuras de la música, fue recaudar dinero para ayudar a los familiares de los fallecidos y de los numerosos heridos que ocasionaron los ataques terroristas.

El espectáculo se celebró, bajo estrictas medidas de seguridad, en el criket Old Trafford estadio, y tuvo lugar bajo el título One Love Manchester. Entre los artistas que se subieron al escenario estaban, además de Ariana Grande -que hizo la labor de anfitriona-, Justin Bieber, Katy Perry, Robbie Williams, Pharrell Williams, Miley Cyrus y el grupo Coldplay, que interpretó la canción Viva la vida. Una de las grandes apariciones fue la de Liam Gallagher, el cantante de Oasis, nacido en Manchester. Otros artistas, como Paul McCartney, Stevie Wonder o Bono, enviaron sus mensajes de solidaridad, así como otras figuras ajenas a la música, como el exjugador del Manchester United David Beckham.

Tras el atentado de Manchester, donde la víctima más joven fue Saffie Rose Roussos, de ocho años, Grande decidió interrumpir su gira europea que incluía dos conciertos en Londres, y días más tarde se anunció el concierto benéfico. «Rezo por Londres», tuiteó la cantante el sábado por la noche, tras conocer la noticia del nuevo atentado, el de Londres. Ese día por la mañana, la estrella había visitado a los heridos del atentado de Manchester. «La música nos debe curar, nos reúne, nos hace felices», escribió en las redes sociales. «Y lo va a seguir haciendo para nosotros. Vamos a seguir rindiendo homenaje a aquellos que hemos perdido, a sus familiares y amigos, a mis fans y a todos los que han sido afectado por esta tragedia».

Las 35.000 entradas del concierto puestas a la venta el jueves, a 45 euros cada una, se agotaron en pocos minutos. Los organizadores invitaron gratis a los 15.000 espectadores que asistieron al concierto del día 22.

Superar el trauma

Casi dos semanas después del atentado, el empuje de la primavera ayuda a recomponer los ánimos en la ciudad de Manchester. Hay voluntad y deseo profundo de superar el trauma. Pero retomar el pulso de la vida no es tan fácil. Si en King Street todo es música y bullicio, a muy pocos metros, en St. Ann’s Square, impresiona el silencio con que varios centenares de personas rodean lentamente la plaza. En el centro los ramos de flores en recuerdo a las víctimas se cuentan ya por miles. «Todo el mundo conoce a alguien que estaba en el concierto, un amigo, o el amigo de un amigo. Por eso el impacto ha sido tan grande y nos ha afectado a todos», cuenta Simon Pick, que no había venido al centro de Manchester desde el día del atentado. Y lo que ve le impresiona. «La reacción ha sido tremenda». Pick da clase a alumnos de 11 y 12 años.

Explicar a los más pequeños el acto de un terrorista suicida ha sido uno de los retos para los adultos. David Reader lleva de la mano a sus dos hijos, Oliver de siete años y Lizzie de cinco. «La niña es muy pequeña aún, pero mi hijo me ha hecho preguntas. No sabía muy bien qué ha ocurrido, no entiende por qué hay gente que hace cosas así. He querido que viera esto, las flores, los globos, los mensajes, para mostrarle que también hay gente buena».

En el centro de la ciudad la presencia policial es ahora algo más discreta. De vez en cuando sin embargo se siguen oyendo el silbar de las sirenas y los registros continúan. El mismo viernes los agentes evacuaron un bloque de pisos para estudiantes en la transitada Oxford Road. A los residentes les ofrecieron pasar la noche en un centro de conferencias. Según contó Guillaume Trounson, estudiante de 22 años de la Universidad de Manchester, ha sido la tercera vez en una semana que se ha visto obligado a dejar su piso.

En esa misma calle está la central de Los Samaritanos, muy ocupados estos días. «Los ciudadanos angustiados o confusos pueden llamar o acudir personalmente a buscar ayuda», explica Hilary, una de las voluntarias veteranas. «Tras el atentado -afirma- han sido muchos los afectados que han sentido la necesidad de desahogarse hablando».