Estados Unidos, esta vez acompañado por el Reino Unido, acaba de extender la marca de la sombra del terrorismo a una decena de países de mayoría musulmana en África y Oriente Próximo que no estaban incluidos en la lista de seis afectados por el segundo veto migratorio impuesto por la Administración de Donald Trump (frenado por los tribunales). Esgrimiendo informaciones de inteligencia que «hacen necesario reforzar medidas de seguridad» en ciertos aeropuertos, Washington y Londres impusieron ayer restricciones a los aparatos electrónicos que pueden llevar en cabina los pasajeros que vuelen a EEUU y el Reino Unido en vuelos directos desde esos 10 países, una medida que inmediatamente cuestionaron varios expertos en seguridad y tras la que algunos también ven sombras del proteccionismo comercial que guía a Trump.

En concreto, el Departamento de Seguridad Nacional y la Administración de Seguridad del Transporte estadounidenses obligan a facturar cualquier dispositivo mayor que un teléfono móvil (incluyendo tabletas, ordenadores personales, cámaras y consolas) a los pasajeros que vuelen directamente a EEUU desde 10 aeropuertos de Jordania, Egipto, Turquía, Arabia Saudí, Kuwait, Marruecos, Catar y Emiratos Árabes Unidos. La medida solo afecta a aerolíneas extranjeras (porque ninguna estadounidense ofrece vuelos directos a EEUU desde esos aeropuertos), que tienen 96 horas desde la entrada en vigor de la medida en la madrugada de ayer para aplicarla totalmente.

En el caso británico, la prohibición es aún más estricta. Afecta a todas las aerolíneas que vuelan directamente al Reino Unido desde todos los aeropuertos de Turquía, Egipto, Jordania y Arabia Saudí, así como de Líbano y Túnez, lo que incluye compañías británicas, y obligará a facturar incluso algunos teléfonos móviles por las limitaciones de dimensiones de los aparatos permitidos en cabina.

Fuentes de la Administración estadounidense que informaron sobre las nuevas normas el lunes por la noche explicaron que no responden a que haya información específica o creíble de una amenaza de ataque inminente, sino a «datos de inteligencia analizados» que apuntan a que los terroristas siguen teniendo en su diana la aviación comercial, a la que podrían atacar «colando explosivos en aparatos electrónicos portátiles». Los británicos aseguran que se han basado «en la misma inteligencia en que se basa EEUU» y consultaron a Washington antes de tomar su decisión.

Aunque inicialmente se dijo que la medida era de carácter indefinido luego se aclaró que, en principio, estará en vigor hasta el 14 de octubre.