El exprimer ministro francés Manuel Valls ha regresado a la primera línea de la política francesa después de un ostracismo autoimpuesto tras su salida del Gobierno. Valls dejó el Partido Socialista (PS), consiguió en solitario un acta de diputado y está adscrito al grupo parlamentario de La República en Marcha (LRM) de Emmanuel Macron. Niega con rotundidad que Macron sea «el presidente de los ricos» y considera que la recomposición del paisaje político francés no está terminada.

Valls reivindica que la política económica de Macron es continuación de la suya: «Prosigue lo que yo hice a partir del 2014 cuando fui primer ministro. El diferencial entre Francia y Alemania en los años 2000 nos ha puesto en una situación muy difícil, con un paro muy importante, y la reforma del mercado laboral y las medidas económicas y fiscales para que Francia sea más atractiva y competitiva me parecen muy necesarias. Ahora bien, toda sociedad necesita un equilibrio porque hay gente que lo pasa mal. Francia no es un país liberal en el terreno económico y se ha de cuidar la igualdad, una idea fuerte en la sociedad francesa», asegura Valls.

El exprimer ministro cree que los tres puntos fuertes de Macron son que «encarna bien la presidencia, tiene voluntad de hacer reformas y ha superado el esquema tradicional izquierda-derecha». Hay dudas, pero «la gente quiere, y yo también, el éxito del presidente porque los políticos y la prensa olvidan que las elecciones de mayo hubieran podido ser un desastre. En la primera vuelta, con mucha participación, el 50% votó a partidos antieuropeos o populistas y en las legislativas hubo una mayoría abrumadora para el presidente, pero votó muy poca gente. Los dos grandes partidos fueron eliminados en la primera vuelta».

Valls abandonó el PS para contar en la «recomposición política, que no ha acabado». «Frente a dos fuerzas populistas, de extrema derecha y de extrema izquierda, es necesaria -explica- una fuerza central, no sé si será unida, pero central, de centroizquierda y centroderecha, que sea europea, muy republicana, muy democrática, para sostener al país, porque las fracturas sociales, económicas, territoriales y étnicas son fuertes. Esa fuerza puede estar integrada por la LRM, pero también por François Bayrou, Alain Juppé o yo mismo…». ¿Y cuál será el papel del PS? «La socialdemocracia ha acabado su ciclo político. En Francia y en todos los países. Se ha de renovar totalmente. No ha sabido responder a la globalización, a la crisis del Estado del bienestar, porque formaba parte del Estado nación, que está en crisis, y cuesta más encontrar una solución. En Francia se ha reinventado con Macron o con gente como yo. Hay pocas ideas sobre políticas nuevas, sobre cómo la izquierda y la gente de progreso es capaz de responder al ascenso de los populismos, dijo.