Más claro, agua. En menos de dos meses, el Reino Unido saldrá de la Unión Europea y el acuerdo de retirada cerrado con el Gobierno británico es el mejor y el único posible.

«La UE ya lo dijo en noviembre, en diciembre, tras la primera votación en la Cámara de los Comunes en enero y el debate del martes no cambia las cosas. No se va a renegociar el acuerdo de retirada», zanjó ayer el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, durante el primer debate celebrado por la Eurocámara tras la decisión de Westminster de enviar a Theresa May a Bruselas a renegociar el mecanismo de salvaguarda para Irlanda.

Una salvaguarda -conocida como backstop- que, según subrayó Juncker, no tienen intención de utilizar, pero que no puede desaparecer del pacto porque se trata de una póliza de seguros de emergencia, necesaria para evitar el regreso de una frontera física en caso de derrape de las negociaciones. «A veces me da la impresión de que se espera que los 26 abandonen el backstop y a Irlanda en el último minuto, pero esto no es un juego ni un asunto bilateral. La frontera de Irlanda es una frontera europea», avisó recordando que «no se puede volver a los tiempos oscuros del pasado» y poner en riesgo el acuerdo de paz de Viernes Santo.

Juncker está convencido de que May está comprometida seriamente con este objetivo, pero ha afeado la falta de claridad que sigue existiendo en Westminster. «Sabemos que la Cámara de los Comunes está en contra de muchas cosas, en contra del brexit sin acuerdo, del backstop, pero todavía no sabemos exactamente a favor de qué está». Por eso, la UE sigue acelerando los preparativos en caso de un divorcio a las malas ya que «la votación ha aumentado el riesgo de una retirada caótica del Reino Unido» y «debemos prepararnos para todos los escenarios, incluido el peor», dijo.

Junto a él compareció el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, que criticó a May por distanciarse del acuerdo que ella misma ha negociado durante casi dos años. Barnier fue más lejos todavía y arremetió, sin citarlos, contra los exnegociadores británicos, como Dominique Raab.

«Cuando escucho a personas que participaron en la declaración, francamente no me queda ninguna gana de aceptar este juego de culpas de unos a otros», afeó. Al igual que Juncker, Barnier defendió la existencia del backstop irlandés como una «solución realista», resultado de la negociación con Londres, y enfrió las posibilidades de buscar una solución alternativa, tal y como ha pedido Westminster.

Theresa May trató ayer de recabar el apoyo del líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, con quien se reunió ayer sen Downing Street. Corbyn se había negado a participar en las conversaciones sobre el brexit.