La virtual victoria de los socialdemócratas en Finlandia tiene un sabor agridulce. Pese a ser la fuerza más votada 20 años después, la tremenda pujanza de la ultraderecha les deja solo un escaño por encima de los ultras. El partido encabezado por Antti Rinne (SDP) logra un 18,1% de apoyos frente a los 17,6% de la extrema derecha con el 85% de votos escrutados.

La victoria socialdemócrata también se debe a la caída en picado del Ejecutivo saliente, formado por un tripartito entre liberal-conservadores y la extrema derecha. Así, el Partido de Centro del hasta ahora primer ministro Juha Sipilä ha sufrido un duro batacazo al obtener un 15% de los sufragios, según los resultados provisionales, lejos del 21,1% que 2015 le permitió encabezar el gobierno. La otra pata liberal del gobierno, el Partido de Coalición Nacional, parece salvar los muebles con una ligera caída del 1,5%. El 16,3% obtenido les abriría la puerta a poder entrar en un futuro gabinete.

La agenda de austeridad impulsada por Helsinki, con recortes de 4.000 millones de euros que han afectado la educación, la seguridad social y la sanidad, se ha pagado cara en uno de los países donde el Estado del bienestar está más arraigado.

Así, en un escenario poco común en Europa, los votantes han recompensado a los partidos de izquierda que han hecho campaña contra el cambio climático y la desigualdad a base de un mayor gasto social e impuestos. Por un lado, los Verdes han crecido hasta el 10,6% de los votos mientras que la socialista Alianza de Izquierda lo ha hecho un 8,7%, situándose como quinta y sexta fuerza respectivamente y registrando aumentos de 2,1 y 1,5 puntos.

A diferencia de sus vecinos nórdicos, en Finlandia los gobiernos en minoría no son usuales. Con hasta ocho partidos en el hemiciclo y una mayoría necesaria de 101 diputados, se esperan coaliciones entre tres o más formaciones, algo que debido a las diferencias ideológicas entre ellos se antoja complicado.

Vencedores de estos comicios, los socialdemócratas deberán iniciar unas negociaciones que muy probablemente se solaparán con las elecciones europeas del próximo 26 de mayo. Varios analistas señalan la posibilidad de que para su próximo ejecutivo cuenten con la Coalición Nacional, los Verdes y los liberales del Partido Popular, que han obtenido un 4,8%. Aunque la mayoría de partidos rechaza cualquier negociación con la ultraderecha, su aún relevante fuerza será difícil de obviar.