El UKIP, el partido eurófobo británico, que empujó hacia la salida de Europa el Reino Unido, se desintegra. La victoria del ‘brexit’ en el referéndum del 2016 fue su gran triunfo y el comienzo de la caída en picado. Abandonada por los votantes, endeudada y sin objetivos políticos definidos, el comportamiento de su último líder, el cuarto en los últimos 18 meses, va camino de enterrar definitivamente la formación antiinmigración.

Henry Bolton, al frente del partido desde el pasado mes de septiembre, se aferra al cargo, a pesar del voto de censura unánime del comité ejecutivo nacional reunido la noche del domingo. Su negativa a marcharse provocó este lo que parecía una operación coordinada para presionarle, con más de media docena de dimisiones de altos cargos del UKIP, incluida la número dos del partido, el responsable del gobierno local, de educación, de comercio y el portavoz de inmigración. Bolton llevaba varias semanas tambaleándose, después de que salieran a relucir unos mensajes racistas de su novia contra Meghan Markle, que en mayo se convertirá en la esposa del príncipe Enrique.

El antiguo oficial del ejército de 52 años, casado y con hijos de corta edad, se separó inesperadamente de su mujer para marcharse en diciembre con Jo Marney, una exmodelo de lencería de 25 años, afiliada el UKIP. El idilio, muy comentado, apenas duró cuatro semanas, el tiempo que tardaron los medios británicos en descubrir los comentarios racistas de Marney en las redes sociales. Según ella, una “negra americana” convertida en princesa “mancharía” a la familia real con su “semilla”. Las minorías étnicas, afirmaba, “van empujando poco a poco, abriéndose camino hacia arriba. Lo próximo será un primer ministro musulmán. Y un rey negro”. En otros mensajes califica a los musulmanes de “cáncer del que hay que librarse”.

Líder sin carisma

Al estallar el escándalo, la novia del líder fue suspendida de militancia y éste obligado a elegir entre ella y el cargo. Bolton anunció la ruptura sentimental, pero los tabloides pillaron después a la pareja cenando juntos. Tras la moción de censura, serán los militantes quienes decidan en votación la suerte de un líder sin carisma alguno.

El UKIP siempre giró en torno a la figura de Nigel Farage y el único objetivo era sacar al Reino Unido de la Unión Europea. Cuando Farage dimitió en julio del 2016, declaró que su “ambición política está cumplida”. El partido perdió pie. Los sucesivos candidatos a sucederle se enzarzaron en violentas peleas internas, que acabaron en una ocasión a puñetazos y con uno de los aspirantes en el hospital. Conseguido el objetivo del ‘brexit’ los simpatizantes desertaron. Si en la campaña de las elecciones europeas del 2014 el UKIP logró un tercio de todos los votos y en la general del 2015 el 12,6%, en las elecciones del pasado mes de junio apenas alcanzó el 1,8%.

Farage no volverá al UKIP y está barruntando la posibilidad de crear un nuevo partido. Puede incluso que el proyecto esté muy avanzado. Los medios británicos han hablado de sus contactos con el multimillonario, Arron Banks, quien durante años financió el UKIP.