El Libro Blanco sobre la relación futura entre la Uinón Europea (UE) y el Reino Unido elaborado por el Ejecutivo de Theresa May no impresionó a los 27 gobiernos europeos que ayer hicieron balance del estado de las conversaciones con el negociador de la UE, Michel Barnier. Quedan 13 semanas hasta la cumbre de otoño y las cuestiones pendientes para resolver el divorcio de forma amistosa son todavía muchas. Empezando por cómo garantizar una frontera blanda entre Irlanda e Irlanda del Norte y terminando por el futuro de Gibraltar.

La reunión tuvo lugar un día después del primer encuentro que mantuvieron hace dos días en Bruselas el negociador británico, Dominique Raab, y Barnier. Una reunión «útil» y «cordial» en la que no hubo avances concretos pero sí plena coincidencia en la necesidad de «intensificar» las negociaciones. «Debemos encontrar un acuerdo en todos los temas abiertos sobre la retirada. La cuestión de Irlanda es la más grave» aunque también están «las bases militares de Chipre y evidentemente Gibraltar», resumió Barnier al término de la reunión.

Sin acuerdo de divorcio no habrá ni pacto de retirada ni la fase transitoria solicitada por Londres para garantizar un proceso de salida sin sobresaltos. Los 27 siguen trabajando con una fecha en mente: octubre. Es el plazo que se dieron para cerrar el acuerdo de divorcio de forma que los parlamentos nacionales y al Parlamento Europeo tengan margen para ratificarlo a tiempo y así, pueda entrar en vigor a partir del 30 de marzo de 2019, fecha en la que el Reino Unido será un país tercero.

La llegada de Raab, con «energías renovadas», no ha calmado, sin embargo, los ánimos entre gobiernos europeos que asisten cada vez más preocupados a la marejada política que acecha a la primera ministra británica, Theresa May. «El tiempo se acaba, por eso estoy nervioso», señaló ayer el secretario alemán de Asuntos Europeos, Michael Roth. «En este momento no podemos descartar nada», indicó. «Estamos en una fase crítica y debemos estar preparados para toda eventualidad», reconoció el luxemburgués Jean Asselborn. «La cuestión de Irlanda es esencial», apuntó la francesa Nathalie Loiseau.

Según explicó Barnier, Bruselas y Londres ya se pusieron de acuerdo sobre el 80% del acuerdo de divorcio, pero quedan muchos elementos pendientes. El primero, cómo garantizar la existencia de una frontera blanda entre Irlanda e Irlanda del Norte. La solución propuesta por los 27, mantener al territorio norirlandés dentro del mercado único y la unión aduanera, es inaceptable para el Gobierno británico porque consideran que atenta contra la integridad del país. La primera ministra británica, Theresa May, insistió ayer que una frontera dura es «inconcebible», pero considera imposible la propuesta europea. «No pedimos una frontera entre el norte de Irlanda y resto de Reino Unido, sino controles en productos porque Londres quiere irse de mercado interior», intentó tranquilizar Barnier.

Prueba de lo vital que es este elemento en las negociaciones es que el francés invitó a los británicos a negociar de nuevo la próxima semana.

NEGOCIACIÓN / May reclamó a Bruselas que «evolucione» su posición incidiendo en la necesidad de llegar a un acuerdo que evite una frontera estricta en Irlanda del Norte. «Mientras negociamos la salida de la UE, mi prioridad absoluta es proteger y reforzar nuestra valiosa unión, asegurando que el acuerdo que logremos es bueno para todas las partes del Reino Unido», sentenció May.

Lo que volvió a quedar patente de la reunión entre los 27 es que siguen cerrando filas en torno a Barnier, que hay que acelerar las negociaciones y que el Libro Blanco británico no despeja las muchas dudas. «Durante meses les pedimos que presentaran sus ideas. Lo hicieron y estamos contentos de tener algo con lo que poder trabajar. Pero es solo eso. No son los diez mandamientos y hay muchas preguntas porque hay muchos elementos que no están claros», aseguró un alto diplomático europeo.

El Libro Blanco es una aportación más al debate y así lo recibieron los 27 y Barnier. «Nadie quiere castigar al Gobierno británico o a su gente, pero al final negociamos sobre la base de nuestras directrices», avisó Roth.