El plan diseñado por el Gobierno de Theresa May para evitar el regreso de una “frontera dura” entre Irlanda e Irlanda del norte, tras la consumación del ‘brexit’ el 30 de marzo de 2019, no ha gustado en Bruselas. El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, considera que la solución británica deja "más preguntas que respuestas" y que no resuelve el problema de fondo. “No es posible un mercado único a la carta. Las cuatro libertades son indisociables. Pedimos pragmatismo y realismo”, ha vuelto a insistir este viernes tras la última ronda de negociación.

Para evitar el regreso de una frontera dura, que obligue a reinstaurar los controles aduaneros en la isla y ponga en peligro el Acuerdo de Paz de Viernes Santo en el Ulster, la UE propuso en febrero pasado mantener a Irlanda del norte dentro del mercado único y la unión aduanera, bajo una armonización reglamentaria común. Un “solución práctica” y “operativa” que a juicio de Barnier “no pone en peligro el orden constitucional británico” y puede ayudar a solucionar el problema fronterizo.

Por el contrario, los británicos consideran que esta solución atenta contra su soberanía y tras meses de batalla política interna han presentado una contraoferta que, “a priori”, es inaceptable para el resto de europeos: que todo el Reino Unido quede alineado temporalmente a la unión aduanera con una fecha límite: el 31 de diciembre de 2021. El problema es que el compromiso temporal no es firme por lo que con una solución así podría vincular al Reino Unido de forma indefinida. Algo que no es ni viable ni realista, a ojos de Barnier. “Nuestra red no puede extenderse a todo el Reino Unido porque se ha diseñado para la situación específica de Irlanda del Norte”, ha explicado. “Es una oferta excepcional y específica para hacer frente a una situación específica”, ha zanjado.

Líneas rojas británicas

El francés es consciente de la presión política a la que está sometida Theresa May pero ha recordado una vez que el problema no está en Bruselas sino en Londres y en sus líneas rojas. “Algunos partidos en Reino Unido intentan trasladarnos las consecuencias de sus decisiones” pero “no me voy a dejar impresionar por este juego de culpas. Reino Unido ha decidido abandonar la UE. Fue una decisión democrática que respetamos” y “tienen que aceptar las consecuencias”, ha insistido.

La sensación en la capital comunitaria es que el Gobierno británico sigue viviendo en una fantasía. “Tengo la impresión de que Londres cree que todo debe cambiar en la UE para que todo siga igual para Reino Unido”, decía hace unas semanas un alto cargo de la Comisión Europea. La próxima fecha clave para examinar el estado de situación será en tres semanas, durante el Consejo Europeo del 28 y 29 de marzo. El tiempo, ha vuelto a insistir Barnier, apremia porque el acuerdo se necesita para el otoño.