La decisión del presidente de Estados Unidos de imponer aranceles al acero (25%) y al aluminio (10%) importado de terceros países -solo se salvan las importaciones de México y Canadá- era esperada y la primera reacción de Bruselas ha sido de máxima prudencia. La Unión Europea (UE) está convencida de que tiene todavía tiempo de evitar una guerra comercial, pero ni está dispuesta a embarcarse en una negociación con Estados Unidos ni renunciará a devolver el golpe si Donald Trump pasa a la acción. «La UE es un aliado cercano de Estados Unidos y seguimos creyendo que debe estar excluida de estas medidas», avisaba el jueves a través de su cuenta de Twitter la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström.

En la capital europea son conscientes del envite y están preparados para responder con una batería de medidas. Los aranceles no serán efectivos hasta dentro de 15 días y quieren aprovechar estas dos semanas para convencer a la Administración estadounidense de que la UE debe quedar exenta y de que una represalia de esta magnitud, bajo el argumento de la seguridad nacional, pondría en tela de juicio las reglas del comercio mundial.

criterios de exención / La primera oportunidad para conocer de primera mano los planes de Trump se producirá hoy mismo durante un encuentro a tres bandas entre Malmström y sus homólogos estadounidense, Robert Lightizer, y japonés, Hiroshige Seko. La sueca, responsable de negociar la política comercial en nombre de los Veintiocho, aprovechará la cita para pedir aclaraciones sobre el mandato y los criterios bajo los que se concederán las exenciones.

«No está claro cómo va a funcionar el proceso de exclusión ni cuáles son los criterios, pero pensamos que nuestras empresas no son el origen del comercio desleal ni una amenaza para la seguridad, así que deberían quedar excluidas», replicó ayer el vicepresidente de la Comisión Europea, Jyrki Katainen. «Somos un aliado, no una amenaza», insistió sobre un bloque europeo que exporta a EEUU 5.300 millones de toneladas de acero y que tiene en Alemania, Holanda, Italia y España a sus principales exportadores.

La UE parte de la base de que es uno de los socios y aliados más estrechos de EEUU en materia de seguridad, de que lleva tiempo cooperando contra la sobrecapacidad de producción de acero, que ha tomado medidas firmes para combatir el dumping y de que la decisión estadounidense es una «medida proteccionista», adoptada para proteger a su industria, aunque se disfrace bajo el argumento de la seguridad nacional.

«Vamos a ver quién nos está tratando justamente y quién injustamente», esgrimía el jueves Trump, dispuesto a mostrar «flexibilidad» y «cooperar» con aquellos países considerados «verdaderos amigos». «Los verdaderos amigos son aquellos que se entienden y juegan bajo las mismas reglas», le respondió ayer el finlandés. Una de las constantes reclamaciones de Estados Unidos es la necesidad de que los aliados incrementen su gasto militar en la Alianza Atlántica hasta el 2% del PIB en 2024, algo que según los datos del 2017 solo cinco estados miembros han cumplido (Grecia, Estonia, Reino Unido, Rumanía y Polonia).

En Bruselas se niegan a vincular ambos asuntos. «Son cuestiones completamente separadas», recordó Katainen, quien rechazó hacer concesiones o que se puedan llegar a aceptar tratamientos distintos entre los estados miembros. Es decir, que el Reino Unido pudiera por ejemplo beneficiarse de un trato especial de favor. Mientras tanto, siguen los preparativos para el caso de que EEUU decida activar los aranceles.

Si así ocurre, la UE tendrá 90 días de plazo para responder con la misma moneda imponiendo aranceles del 25% a una lista de productos por valor de 2.800 millones que ultiman ya con los estados miembros y en la que de momento figuran algunos tan emblemáticos como las Harley-Davidson, los vaqueros Levi’s y la mantequilla de cacahuete. Tanto Francia como Alemania han reiterado en las últimas horas su preocupación y lo mismo han hecho representantes de Japón, Brasil y China, que ha pedido a EEUU que retire «lo antes posible» los nuevos aranceles.