La resaca electoral en Turquía podría durar hasta el 2034: con el paquete de 18 reformas constitucionales aprobadas este domingo en referéndum, el presidente turco, el controvertido Recep Tayyip Erdogan, podría gobernar el país hasta ese año.

El plebiscito, interpretado en Turquía en clave de apoyo o rechazo al propio líder, contó con la oposición del 48,6% de los votantes, un resultado mucho menos sabroso de lo que deseaba Erdogan. Pero las autoridades turcas se han apresurado a decir que no se traduce en una falta de respaldo al mandatario y que no habrá elecciones anticipadas. Las habrá en la fecha que el jefe de Estado dijo tras conocer la victoria del 'sí' este domingo: el 3 de noviembre del 2019. Y es entonces cuando comenzarán a aplicarse las reformas más sensibles: la supresión del cargo de primer ministro, la transformación 'de iure' del país en una república presidencialista, la ampliación del número de diputados de la Gran Asamblea Nacional Y la capacidad del presidente de legislar a golpe de decreto ejecutivo en cuestiones no reguladas por ley o de elaborar los presupuestos, entre otras.

A MEDIDA

Porque la Turquía que viene está confeccionada a la medida de su propio sastre: el actual presidente turco. A partir del 2019, Erdogan podrá ser candidato, pero no a la reelección, sino a un primer mandato de cinco años, ya que con las nuevas normas el contador presidencial se colocará a cero. De imponerse en los comicios presidenciales de ese año y en el 2024 (su deseo es estar en el 2023 en el poder para celebrar como presidente el centenario de la fundación de la república), su mandato llegaría hasta 2029 de manera legal. Pero una provisión contempla un supuesto por el cual, si el Parlamento convoca elecciones anticipadas, el presidente en el cargo puede volver a ser candidato. Además, al celebrarse los comicios legislativos y presidenciales a la vez, es muy posible que ambos órganos pertenezcan al mismo partido.

Este último punto es una de las reformas que sí podrán ponerse en marcha desde ya: la posibilidad del jefe del Estado -hasta ahora una figura supuestamente imparcial- de pertenecer a un partido político. La semana pasada, el primer ministro turco, Binali Yildirim, indicó que, de ganar el 'sí', “quizá” invitaría a Erdogan a unirse de nuevo al gubernamental Partido de la Justicia y el Desarrollo, que él mismo cofundó en el 2001.

INFLUENCIA SOBRE LA JUSTICIA

Otra de las enmiendas que echarán a rodar en los próximos 30 días es la reducción del número de miembros del Consejo Supremo de Jueces (el equivalente turco al Consejo General del Poder Judicial) de 22 a 13, sobre cuya designación el presidente tendrá una enorme influencia. Asimismo, para frenar el peso del Ejército sobre la vida civil, se suprimirán los dos jueces militares del Tribunal Constitucional, reduciendo su número a 15.

Las autoridades turcas arguyen que estos cambios darán mayor estabilidad al país, mientras que los opositores detectan una clara ausencia de un sistema que ponga freno a lo que consideran que será una “superpresidencia”.